Montpellier II



Salí caminando por la rue Faubourg de Boutonette (que también es la parada del tram donde me tengo que subir o bajar, según para el lado que vaya) rumbo a la Place de la Comédie. Orientándome por las torres que se veían a lo lejos y en lo alto, llegué a la Catedral, que está subiendo una colina. Imponente, enorme. De estructura gótica con un inmenso rosetón en una pared lateral y un gigantesco órgano sobre la puerta principal. Después, el eclecticismo nuevamente. Esa sensación de yuxtaposición de cosas y de tiempos. Es una iglesia con relativamente pocas imágenes religiosas. No hay muchas estatuas de santos ni vírgenes con el niño, sino que en cada capilla lateral cuelgan enoormes cuadros con matronas regordetas como pintaba Leonardo y fieros guerreros rubios. El altar principal, al igual que el de Santa Cecilia es absolutamente contemporáneo, éste cubierto de cobre. Alguna estatua en mármol blanco de la Virgen se destaca por lo excepcional. Noté la falta de confesionarios así como de santos, lo que le da un aspecto austero en general. En eso veo a un cura de hábito blanco y listones verdes meterse en una caja de vidrio muy iluminada. La mitad de la caja era de vidrio transparente y la otra mitad de vidrio esmerilado. El cura, medio viejo y entrado en kilos, se puso unos modernos lentes de sol, tipo los que se usan en la nieve y se preparó a tomar la confesión de la sombra sentada en la mitad esmerilada de la caja. Una versión actualizada de la confesión con cura popstar bajo reflectores. Sin una guía, sin ningún plano con indicaciones este paseo es al voleo: en tanto algo me llama la atención me detengo, pero no tengo una referencia ni nada. Así, saliendo de la Catedral, que recién ahí supe que se llamaba St. Pierre al leer el cartel, me encontré con que el edificio lindero era la Facultad de Medicina, primera escuela de Medicina de Francia que data del siglo 12. Había movimiento, muchos jóvenes en la puerta y entré. Estaba terminando una graduación y los jóvenes vestidos formalmente o con toga roja se mostraban eufóricos. Estuve mirando el hall, el primer egresado que se registra es de 1128, y había también, listados en el mármol, los médicos muertos en el frente de batalla en la 1a. y Segunda Guerra Mundial.
El aire es calmo, el ambiente amigable, la gente y el tránsito tranquilos. Hay buena convivencia en el aire. ¿Será la el buen pasar económico más un régimen laboral muy laxo? ¿O será la historia profunda de tantos siglos, las guerras ganadas y perdidas, las derrotas, las traiciones que modelan culturalmente a la gente? Nosotros no tenemos gente, no pesamos en el mundo en términos reales. ¿3 millones en 180.000 km2? ¿10.000.000 de vacas para 3.000.000 de personas y hay gente que come mal? Mon Dieu. Cuando uno ve tanta gente consumiendo para vivir, comprando, paseando, viviendo entiende que es la gente la que mueve la economía, más allá de los grandes inversores. Y los franceses además tienen muy arraigado el sentido de la transferencia de economías de un sector a otro de la sociedad, como correcto y justo, pero también como necesario. Si le transfiero algo a aquel que no puede ganar tanto y todos vivimos bien, me aseguro que no cuestione mi buen pasar en el futuro. Así incluso lo piensan para los países pobres de Europa del Este, que indudablemente le han trastornado el equilibrio. Escribo esto en tanto en Uruguay hacen paro los camioneros oponiéndose al incremento en $1 el litro de gasoil para financiar una disminución del precio del boleto.

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