El orquideario de Soroa



Tres hectáreas y media de jardín botánico y 700 variedades de orquídeas. Un microclima especial en la espesura de una selva embriagadora de aromas a flores y canto de pájaros. Entre terrazas que permiten ver el valle exuberante en verdes y naranjas la casa del catalán se levanta sólida en maderas y piedras. Este hombre, años atrás construyó este jardín en memoria de su hija muerta de parto. La historia, susurrada entre los árboles, conmueve aun más a este parque en el que hoy se crean y multiplican las orquídeas.
Luego almorzamos. Para acentuar la fascinación del aire, una mulata de caderas ondulantes cantó para nosotros. La voz parecía no pertenecer a un ser vivo suspendida por las notas encordadas y ofrecida a nosotros en la gracia de las manos y los ojos de la muchacha. En el minuto que miraba a cada uno de los hombres que me acompañaban, les entregaba todo el sentimiento de cada canción y parecía no existir otro para ella. Los veteranos orientales se babearon sin mesura.

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