Clermont-Férrand.




Cuenta la historia que esta ciudad fueron dos ciudades, Clermont la antigua y Montferrand la medieval, un poco más lejos. Cuando se puede mirar a la distancia, se ve la cadena de volcanes que bordea el valle. Grises siluetas a lo lejos, llamadas "puys" son enclave de los mitos de la antigua galia. Asterix se asoma desde atrás de la estatua de Vercingetorix que preside la plaza principal en brava actitud. La piedra típica, volcánica, de pizarra negra, llamada de Volvic, recubre los edificios como de una pátina de hollín. La catedral también gótica, también negra, del siglo XII, nos bloquea el camino en la primera calle que enfrentamos. La agujas, agudas hacia el cielo y el rosetón de vitrales trae visiones de otras iglesias en otras ciudades. De Saint Jean en el Vieux Lyon, apenas en la mañana y de cara al Saône recupero el estilo, las gárgolas, los vitrales. Esta es más estrecha. Curiosamente no tiene bancos de iglesia, sino viejas sillas individuales de oficina antigua. Un altar enchapado en oro y hermosos vitrales multicolores filtran la luz que absorben las piedras negras. Al costado de la puerta, un friso labrado sobre piedra descubre apenas las rudimentarias imágenes de unos monjes y señalan la construcción original. ¿Cuántas reconstrucciones? ¿Cuántos aportes? Muchas ventanas, mudas de color sugieren bombardeos o rupturas del tiempo. No hay capillas laterales como en Saint Jean, Saint Pierre o Santa Cecilia, Sólo detrás del altar, bajo una corona de vitrales delgados una capilla de plegarias congrega a un par de viejos que rezan en voz alta.
Luego la vuelta hasta Notre Dame de Port, otra iglesia más pequeña y hundida en el pavimento a la que no pudimos entrar. Algún portal, una mirada a un patio, unas monedas en el empedrado con la cara de: Vercingetorix, Urbano nosécuanto o Pascal van señalando el camino a alguien. Callecitas, callejones, callejuelas como salidas de Harry Potter, por donde se espera ver, en cualquier momento, a Hagrid ocupándolo todo.
La plaza central se llama de Jaude y es una enorme explanada bordeada por el edificio de la Opera del siglo XIX, otra iglesia negra más clásica y cicunvalada por el recorrido de un tram no inaugurado aún.

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