Fin de semana en l'Aveyron: Le Cirque de Navacelles.



Último destino: le Cirque de Navacelles, lugar a trasmano pero muy recomendado por Paulo que ya lo conocía. Bien fuera de las rutas, atravesando camino rural llegamos a un auberge al borde de un barranco. Sin saber a lo que íbamos, balconeamos en un crater de 300m de profundidad en cuyo centro se puede ver una isla de piedra rodeada de un camino empastado y un pequeño pueblito en un costado. Algo increíble. Como si el gigantesco meteorito que mató a los dinosaurios hubiera caido ahí, las laderas en roca parecían un brocato de tapiceria en verde y beige. Allá abajo, una isla en un río seco vigilaba un pueblo de juguete. Bajamos. En el auto, en espiral, cada vez más cerca, llegamos a una veintena de casas del siglo ¿XI, XII? con una cascada que arremolina un río trasparente como el de Peyre. Nuevamente la pregunta de Paola, ¿Qué hacen diariamente los habitantes? Una cincuentena de tumbas, algunas recientes, en el cementerio, un hostal frente a la cascada muy bien mantenido y casas viejas con postigos pintados indican esas señas de vida moderna que le preocupan a ella. Este pueblito, ejemplo vivo de un meandro seco de río que cambió de rumbo dejando la seña de los siglos en la roca, es parte del camino de Santiago, así que numerosos peregrinos bajan al Cirque buscando el Ciel.

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