Belleza nigeriana





Entre el caos, la basura y la congestión vehicular y humana las mujeres nigerianas no pierden la elegancia. Tal vez contribuya a su andar erguido y ondulante la tarea de llevar la carga sobre la cabeza desde muy niñas. Llevan todo lo imaginable, desde canastos con frutas a bandejas con pan, mayonesa y latas de atún para venderte un sándwich al paso. Algunas llevan todo un muestrario de linternas sobre la cabeza o una jaula con pájaros. Impecables en su andar, además a veces también cargan la cría.
Tanto en su vestimenta tradicional como en la occidental las nigerianas muestran una contundente femineidad. Por naturaleza no les crece el pelo más allá de la quijada, cosa que me costó creer hasta que lo verifiqué con las propias mujeres. Sin embargo se las ingenian con postizos y extensiones para lucir las cabelleras largas, lisas, trenzadas, onduladas o de dos colores. En los mercados las pelucas y en las calles los Beauty Salons son de las presencias más contínuas. En particular no me gustan las pelucas con pelo lacio y batido porque parecen sombreros ajenos a su naturaleza. Sin embargo una cabeza repleta de trencitas, peinadas a su vez con recogidos o atadas con dijes de colores es admirable. Y el trabajo que da no es para despreciar: la interesada se sienta al medio y la rodean entre seis y ocho mujeres que se apoderan de un sector de la cabeza y le van haciendo las trencitas alargándolas con pelo artificial.
Son mujeres grandes, altas y robustas. En la zapatería el número más chico es el 38, así que me dio bastante trabajo conseguir un par de sandalias. Lo mismo con los talles de la ropa aunque ahí hay más variedad. Un muchacho nigeriano le dijo a Gabriela que las mujeres toman una bebida con alcohol que se extrae de la caña de azúcar para engordar porque para ellas ser bella es tener un abdomen prominente y una cola y muslos generosos. Le preguntamos si a los hombres les gustaban así y él dijo: “No, a nosotros no nos importa, pero ellas se creen”.

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