Oshogbo. Bosque Sagrado.









Es un bosque de unas 75 has a las afueras de la ciudad, hoy declarado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO dado su significado cultural. Susanne Wenger fue una escultora austríaca que llegó a Nigeria en 1969 y se quedó para siempre. Encontró el bosque sagrado de los yorubas casi abandonado y los legados culturales y artísticos reducidos a los relatos de unos cuantos viejos. Junto con su esposo Ulli Beier y la artista Georgina Beir más otros artistas locales realizó un trabajo de recuperación y resignificación de su valor religioso. Wenger, bautizada como Addunni (Adorada) por los nativos, transformó el bosque en el refugio de los dioses sin hogar, abandonados por la sociedad moderna, según sus palabras. Murió recién, en enero de 2009.
En el bosque el aire se siente liviano. La humedad ineludible se hace llevadera bajo la sombra de la vegetación que se distribuye por estratos, desde el mantillo sobre el suelo a los árboles más gigantes que puedan existir cubiertos de lianas y enredaderas de todos los verdes. Los monos saltan de árbol a árbol por encima de nuestras cabezas. Luego de la entrada, se accede por un camino a unas escalinatas en semicírculo, que también pueden ser el anfiteatro del santuario y templo de la diosa Osún. Osún también es el nombre del río que discurre al costado del templo y que representa la esposa más joven y preferida de Shango, el dios del trueno. Cuenta la leyenda que las otras esposas Oya y Oba, envidiosas, le hicieron perder los favores del marido por lo que se vio obligada a abandonar el reino de Oyo. Para irse se casó con Larooye, con quien buscó un lugar donde instalarse y así fundaron Oshogbo (lugar de lagartijas) al lado del río, hace unos quinientos años. El río y el bosque se volvieron protectores del nuevo pueblo y Osun su sacerdotisa, experta en medicinas y en fertilidad. Para renovar las bendiciones al pueblo Yoruba cada año, el segundo viernes de agosto se celebra el Festival de Osun, en ese santuario y junto al río. Nosotros llegamos una semana más tarde, el costo fue la mugre dejada por los adoradores.
Las esculturas se encuentran diseminadas por el bosque. A veces, una pequeña puede confundirse con una roca o con un tronco. Otras, alguna mirada de sorprende desde el follaje. En el santuario las figuras tenían ofrendas de comida a sus pies o volcada encima. Todas las estatuas tienen un significado y en general representan los dioses Yorubas realizando sus actividades, desde las más espirituales como rogar al cielo para que cambie el camino del mundo hasta las más terrenales, como ir al mercado, aunque sea uno sobrenatural con tortugas, animales alados y serpientes gigantes.
Casi todas las figuras que representan a los dioses son hermafroditas con rostro de insecto de grandes ojos y dientes que les dan un aspecto alienígena. En la penumbra del bosque o bajo la luz que se cuela entre el follaje las esculturas tienen algo de Gaudí y mucho de apariciones psicodélicas.

Comentarios