Cuando juega la celeste...




juegan y sufren tres millones...
Como si sólo el camino del sufrimiento nos permitiera la alegría del triunfo, acabamos de pasar a semifinales, algo no visto en los últimos 40 años de uno de los países más futboleros de América pero que no lograba sacudirse la mala racha. el fútbol como reflejo de nosotros mismos. En este país, sólo un maestro podía armar el grupo humano y un juego de equipo para lograr este resultado. ¿Milagro? No, justicia, Margarita, justicia.
Ese penal peinando el travesaño en el último minuto del partido y las dos atajadas del arquero en los penales de la definición pusieron la adrenalina a tope y más de uno sintió que algo en el pecho se le detenía hasta que el Loco, Loquito, como sonseando la puso para anotar el quinto gol.

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