350. Síndrome de abstinencia

Anoche al volver a casa constaté que no tenía conexión a internet. No quise preocuparme. Era tarde, tal vez un desperfecto momentáneo. Deseché de mi cabeza los malos pensamientos y me fui a dormir.
Hoy de mañana lo intenté de nuevo. Ya sentía un hormigueo por no haber podido acceder al correo, al feis o al blog desde la tarde temprano. Como si algo importante fuera a ocurrir mientras yo estaba desconectada y me tomara por sorpresa. Nada. No conectaba. Me pareció que el modem tenía una lucecita apagada que debía estar prendida. ¿Debía?¿Por qué nunca me fijé cuál de las lucecitas es la que está prendida? La verdad es que no tenía idea. Empecé por donde sugieren las instrucciones: verificar los enchufes (me pareció que las lucecitas titilaban distinto), resetée la máquina, apagué y prendí el modem varias veces y cada vez me justificaba: no debo haber esperado lo suficiente; ¿será que puede estar tan caliente? (tampoco me había fijado nunca). Así que llamé al servicio de atención al cliente. Me dijeron que un técnico me llamaría a la brevedad. Estuve por no salir de casa esperando la llamada. Diez horas después del reclamo aún estoy esperando que me llamen y ... sigo sin internet.
La ansiedad que había logrado postergar, poniéndome a preparar el almuerzo, y que luego engañé pensando en la siesta y después en mirar una película, ya a las 20 horas era irrefrenable. Así que me vine al ciber de la esquina.

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