333. Tarde en el río


El perfil de la ciudad se recorta en la costa. Uno se aleja y toma dimensión de la distancia. Apenas algún auto que pasa interrumpe la quietud de la pintura.
Del otro lado, entre las islas, un árbol encallado da cobijo a miles de garzas. Como frutos de algodón penden de las ramas secas. Pasa el bote y se abren en un desparramo de vuelos y plumas. Patos negros flotan en la corriente y levantan vuelo rasante. Cada tanto un jote sobrevuela y lanza gritos de vigía.
La naturaleza pone los ruidos. Apenas el viento contra las velas y el agua contra la quilla. El día se retira pintando el cielo y, sobre Paysandú, aparece la luna redonda y amarilla. Llega acompañada de estrellas. El reflejo en el río borra las nubes de la tarde y su luz acuna las ondas en superficie.

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