326. Desmemorias

Me pierdo por los laberintos de la memoria. No recuerdo donde dejé las llaves pero tampoco cómo se llama la persona que me trata con tanta familiaridad como si nos hubiéramos criado juntos. También me veo en aprietos cuando alguien me habla dando por sentado que tengo cierta información, la que apenas logro hilvanar en tanto transcurre la conversación.
Nada permanece en mi cabeza salvo las sensaciones. Y del libro que leí, a la semana, sólo recuerdo si me gustó o no y del paseo que di apenas permanece una imagen, un olor o un color.
Algunos que me quieren poco creen que exagero la desmemoria para pasarla fácil, y otros, en el trabajo por ejemplo, pretenden convencerme que acepté cosas con las que no acuerdo.
Por eso y por mucho más, ando por la vida con una libretita. Lo que no quiero olvidar lo anoto.

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