327. Entrar a las iglesias.

No soy religiosa. Ni siquiera poseo la nostalgia de otros tiempos de infancia. No me enseñaron religión y la primera vez que entré a una iglesia fue a un casamiento cuando ya estaba en la escuela.
Mis amigas del barrio iban a colegio de monjas y escribían en caligrafía. Yo fui a una escuela pública y la maestra nos estimulaba a hacer las cosas solos aunque quedaran feas.
Nunca entendí del infierno, el cuerpo de Cristo en la ostia, ni porqué al caminar para atrás le pisaba el manto a la virgen.
Cuando crecí tuve que pelear con mamá para ir a las misas de 15 y leí a escondidas "Historia de una monja".
Cuando crecí más, empecé a disfrutar de las iglesias como espacio de meditación. Siempre está fresco. Siempre hay un silencio respetuoso y luz que no encandila. Y si suena el órgano mejor.
En otros lugares del mundo cuando estoy medio perdida o atribulada busco una iglesia. Me siento un rato, trato de impregnarme de la atmósfera y el silencio y pienso en lo que me preocupa. O no pienso, que sería mejor pero más difícil.
En Albi, Francia, la catedral parecía un shopping, lleno de gente que circulaba en oleadas y cobraran hasta por respirar. Nada invitaba a quedarse.
En Cajamarca tampoco. La catedral estaba cerrada todo el día y sólo abrían a la hora de la misa. Días atrás habían robado un cáliz y unas reliquias así que los curas decidieron ponerle horario al desamparo y al desconsuelo.

Comentarios

  1. EL CAMINO...LA VERDAD .... Y LA VIDA....ES JESUCRISTO. El llena ese vacio...

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