Paisaje II



A la sombra sopla una brisa que atenúa el calor. Unos alguaciles con pompones negros en las alas trasparentes me revolotean.
El lago se eriza con el sol. Una bruma cristalina filtra los verdes y la otra orilla se ve como el telón de un teatro viejo. Las hojas del árbol que me da sombra cascabelean con el aire que las mueve. Pesadas, son corazones que suenan como tambor de mano.
Unas palmeras se alinean al borde del lago. Flacas, despelucadas apenas sostienen el penacho de hojas secas.
Más lejos, un alboroto de conventillo lleva la mirada al árbol que se hunde en el agua rodeado de un enjambre de pájaros amarillos de cabeza negra que no dejan de gritar mientras tejen sus nidos que penden como frutos en perfecto camuflaje.
Una garza levanta vuelo, cambia de eje planeando y aterriza con un graznido en una saliente. Un tero, cabizbajo, le da la espalda y se aleja.

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