Glotonería

Hay un sonido profundo, largo, como una queja sorda. Al principio es apenas audible, como si fuera el telón de fondo de tanto ruido callejero. Después aumenta su intensidad y no puedo ignorarlo. Parece que alguien gime. Presto atención. Dejo sobre la mesa los platos que acarreaba, levanto la cabeza y trato de identificar de donde viene el sonido. Parece venir de afuera. Igual que el rayo de luz que se cuela por los postigos se mete el quejido en mi cabeza. No sé si aumenta su volumen o soy yo la que lo oye por encima de los otros sonidos que se diluyen. Luego parece ceder. Ya no se escucha. Y de nuevo, apenas una queja, difícil de identificar entre la gama de sonidos del día que vuelven a hacerse significativos. Me despreocupo por instantes, parece haber cedido y continúo con mis tareas. Pero al rato comienza a aumentar el volumen de aquel quejido prolongado, como de un alma en pena. Intento por segunda vez identificar su origen y me dirijo hacia la puerta del patio segura de que viene de afuera. La entreabro y el resplandor que se mete por la ranura me enceguece por un instante. Con cautela, casi con sigilo voy sacando el cuerpo hacia afuera sin saber con qué me voy a encontrar. Cuando mi vista se acostumbra a la luz del mediodía recorro el jardín buscando algo que me identifique la fuente del sonido que ya se me ha metido bajo la piel y hace latir mis sienes al ritmo de aquella respiración pesada que crece y cede, crece y cede.

Contra el muro, al fondo, detrás del árbol viejo sobre el suelo distingo apenas un bulto oscuro que se agita al compás del quejido imperturbable. Me acerco con cuidado, como midiendo los pasos y me enfrento al vecino del fondo, caído, lastimado, con los ojos cerrados y la cara vuelta contra el muro. Una de sus piernas forma un ángulo inverosímil. Me sale en un grito: "¡Don Cosme!, ¿qué le pasó?". "Disculpe vecina", me contestó, "pero me tentaron sus ciruelas".

Publicado en Revista Hipoética. Nº 21. Mayo 2011.

Comentarios

  1. Recién cuando llegué al final me di cuenta de que ya te lo había leído, pero me encanta como mantenés el suspenso y el misterio hasta el final.

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