295. No taxis at all.

Llegué a Montevideo con lluvia a las 12 de la noche. Había nerviosismo en la terminal en obras. Mucha gente, mucha humedad, muchos bultos, poco espacio. La cola para tomar taxis llegaba a la mitad del hall. La otra alternativa era esperar en la vereda bajo la lluvia. Preferí el techo aunque la fila era bastante más larga. Al llegar  al andén la cola aún serpenteaba en cuatro vueltas. Hora y media para tomar un taxi. Hora y media arrastrando los bolsos 40 cm cada 10 minutos. Al final me tocó subirme a un auto. Le pregunté al conductor si algo particular explicaba la falta de taxis. "No sé", me contestó. "Cuando empezó a llover yo me metí en el shopping. Por seguridad, ¿vio?".
No le pude contestar.

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