272. Estampas de Buenos Aires


  • A los matices del español escuchados por las calles se suman sonidos africanos de muchachas y muchachos que cada 10 ó 15 metros se distribuyen por la vereda de calle Corrientes para vender pulseras, relojes, broches. Abrigados hasta la nariz sus caras parecen mástiles de caoba sobre sus cuerpos esbeltos. Me siento tentada a preguntarles de donde vienen, qué hacen en este frío lejano, pero sigo de largo. Están ensimismados hablando entre ellos en uno de los miles de dialectos que se usan en Africa y sus ojos sólo miran los ojos del hermano.
  • En la esquina del hotel, Olmedo y Portal conversan a las risas sentados en un banco. De noche un reflector los alumbra. Tan reales, que pasé dos días por su lado y no me percaté que eran estatuas.
  • Tomo una cerveza en un bar de la Avenida Córdoba. Adentro, porque está frío. Una paloma confundida busca miguitas entre las mesas. La echaron.
  • La vieja calle Lavalle no tiene ni un cine. No es que no haya vuelto a Buenos Aires desde mi infancia, pero me viene el recuerdo de mi madre que decía Lavalle es la calle de los cines, Corrientes la de los teatros y Florida la de las "boutiques". Corrientes y Florida conservan su fisonomía pero Lavalle está desbastada. Entre puras tiendas de cueros y suvenirs, el restaurant "La Estancia" sigue mostrando como  hacen el asado criollo por la vidriera. Falta el glamur.
  • Anoche, en La Pasiva, en una mesa frente a mi estaba aquel galán de los '70 que en los '90 hizo de padre de Dibu. ¿Cómo se llamaba?  

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