269. La Feria del Libro y El Ateneo

La Feria del Libro son 45 mil metros cuadrados de stands de libros en un despliegue multicolor que regocija. Antes de entrar, se ven colas de gente en perpetuo movimiento que avanzan y se renuevan. Hay muchos jóvenes y eso da gusto. Entro y comienzo a caminar y mirar. Me detengo ante un stand lleno de personas, lo que augura buenos precios. Me tiento con 2 ò 3, los cásicos, algún autor perseguido por mi. Pero prefiero esperar, me digo, esto recién comienza. Y sigo caminando y leyendo solapas y contratapas. Vi tres pabellones en tres horas. No fue una visita exhaustiva porque al rato de andar llegué a las siguientes generalizaciones, que pueden ser muy inexactas:

  • El 80% de los libros son de historia argentina; ensayos de diversos tópicos de política argentina o psicología y  libros periodísticos de temas de actualidad.
  • El 15% es una propuesta interesante, y alentadora, de las editoriales de libros infantiles.
  • El 3% son libros de autoayuda y manuales diversos y sólo el 2% es literatura.
  • Y ese 2% mayoritariamente está compuesto por clásicos reeditados  y fuerte (muy fuerte) presencia de Borges y Cortázar en segundo lugar.
Vi los tres pabellones más grandes: el ocre, el azul y el verde. Tal vez lo que me faltó estaba en el rojo o el amarillo. No asistí a ninguna conferencia. No sé si son los años, pero me entusiasmó menos de lo que esperaba.
Entonces al otro día me fui a El Ateneo de Avenida Santa Fé. También tenía una tarde larga por delante y me instalé, donde fue la platea del Grand Splendid a leer cómodamente sentada en una butaca. En el escenario funciona un restaurant, y en los palcos hay sillones y mesitas donde se puede consultar, leer y revisar. En las boleterías las cajas y detrás de bambalinas el tablero de luces con llaves de cobre y porcelana. Leí tres libros, saqué apuntes y averigüé precios y autores. Cuando quise acordar ya eran las cuatro de la tarde y no había almorzado. 
Para mi débil y atea imaginación, lo más cercano al paraíso.


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