225. El Museo del oro. Bogotá

Poporo y aguja para tomar la cal
Pinza de depilar
Piezas de tumbaga

Con humor colombiano, lo conocen como el Museo del Loro. En pleno centro de Bogotá y financiado por el Banco República, bajo una moderna concepción museística se exhiben piezas en oro y la tecnología de los pueblos que habitaron el territorio de la actual Colombia desde tiempos prehispánicos. Se destacan los Calima, Muisca, Nariño, Quimbaya, TaironaTolima, entre otras. Las piezas están organizadas en cuatro salas: El trabajo de los metales, La gente y el oro en la Colombia prehispánica; Cosmología y simbolismo y La ofrenda. 
Se avanza desde la descripción de las técnicas de minería y de metalurgia antigua, para contextualizarlas dentro de la organización política y religiosa, explorando los mitos, el chamanismo y la simbología de los metales. Estos pueblos tenían una concepción dual del mundo, al que entendían compuesto por opuestos complementarios: hombre mujer, oro plata, luz oscuridad, brillo opacidad. Esto se expresa en la orfebrería a través de la mezcla de metales y el trabajo diferencial de pulido en las superficies. La tumbaga es la combinación más importante y consiste en una aleación de oro y cobre que, para ellos, reúne lo femenino y lo masculino, el amarillo y el rojo. 
Máscara de jaguar
Los seres míticos como el jaguar y los murciélagos se multiplican en piezas ornamentales y utilitarias. Los chamanes se transformaban en hombres murciélagos para controlar el inframundo, lo oscuro y femenino del universo (sic), ya que entendían que este animal observa el mundo en forma inversa a la nuestra.
Las transformaciones chamánicas eran realizadas con coca, la que consumían con cal que se guardaba en los poporos, utensilios que ocupan un lugar importante en el museo. Durante el ritual, los hombres se transformaban en en ancestros míticos para mediar por el equilibrio del mundo. La coca, por sus efectos activadores de la concentración, la memoria y el habla, era usada por caciques y chamanes para pensar, renovar y transmitir los conocimientos sagrados.
En el tercer piso, la atmósfera cambia. Las salas están en penumbras y la iluminación se centra en los objetos dentro de las vitrinas. En una  sala, única, diminuta y monumental a la vez,  se exhibe la balsa de la ofrenda, totalmente en oro y llena de detalles que representan las ofrendas que los muiscas hacían a los dioses para restablecer el equilibrio del mundo. Yo había visto fotos pero nunca imaginé que fuera tan minúscula y tan perfecta. Cuentan que para los muiscas las lagunas eran los úteros de la tierra y que creían que en esos lugares se podía restablecer el equilibrio de los opuestos complementarios del que depende nuestra vida. En la laguna de Guatavita se llevaba a cabo este ritual que desencadenó la leyenda de El Dorado. 
La ceremonia de la ofrenda se representa en otra sala única, en la que, a través de efectos visuales y sonoros, más el cuidadoso montaje de piezas de orfebrería que parecen hundirse en la laguna, trasladan al visitante a las aguas de Guatavita y a la codicia de los españoles.  




Sala de la ofrenda

Comentarios

  1. Es para que tenga en cuenta un pequeño error que dice: " transformaban en en ancestros míticos " y le sobra un "en"

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