117. Una deuda con mi hija.

Saliendo de la ciudad de Rivera hay un puesto de Aduanas en la ruta hacia Montevideo. Nosotros íbamos a Tacuarembó en una camioneta oficial de la Universidad. El retén nos detuvo. En la noche, los faros iluminaron el vehículo de adelante que era revisado por un funcionario de Aduanas. Gordo, con el cinturón por debajo de la barriga, alumbraba con una linterna el  portaequipaje mientras con la otra mano revolvía su contenido. Pasaron verios minutos. El aduanero cumplía su tarea a conciencia.
Luego nos tocó a nosotros. El Gordo enfocó con su linterna el logo de la Universidad en la puerta de la camioneta.
-Pasen, pasen -dijo. - Esto es lo que precisamos acá. Por suerte están llegando. Pasen, pasen -repitió. - Que tengo una deuda con mi hija.

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