77. Enzo y los globos

Ya se hacìa la hora del cumpleaños de Martina. Las tías, la mamá y la abuela inflaban globos para armar ramilletes de dos colores. El ritmo era intenso. Enzo miraba ensimismado como se ponían un extremo en la boca y al tiempo que inflaban los cachetes llenaban los globos de aire. Crecían, los tanteaban, los sacaban con cuidado de la boca y, en la operación más difícil, ataban un nudo con la propia goma. El riesgo era que en ese segundo se desinflaran. Uno blanco, otro lila. La montaña crecía. 
Enzo seguía la operación con sus ojitos vivaces. De pronto dijo, pensativo:
-Yo soy bueno en esto de los globos.
-¿Sí? -lo alentó una de las tías. -¿Para qué sos bueno?
-Para mirar.

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