70. Siembra de libros

Busqué en mi biblioteca un libro para liberar. Muchos pedían turno: algunos nunca leidos, otros leidos pero olvidados. Estaba segura que de algunos otros no me iba a desprender. Elegí uno de esos que hace años están en el estante y que no logran el guiño que nos hace comenzar la lectura. Le escribí: "Siembra de libros 21.03.15. Paysandú. Si te sirve, llévatelo". En realidad recién ahí leí en la contratapa de qué se trataba y quien era su autora, que había estudiado con Borges (nada menos). Lo hojee. En la segunda página tenía escrito el nombre de mi madre. No pude liberarlo.
Busqué otro y verifiqué, antes de escribir el mandato, que no estuviera firmado. Listo.
La pregunta era, ¿dónde lo siembro? Pensé que lo mejor era un lugar donde pudiera verificar si alguien si lo había llevado.  Crucé la calle y lo dejé en el borde de la vidriera del local de enfrente de mi casa que estaba cerrado.
Al rato salí a la calle y miré hacia el murito donde lo había dejado: se había ido volando en unas manos que lo llevarán a terreno fértil para germinar.

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