Repasando los borradores que nunca vieron la luz en el blog, encontré éste de 2010, que viene a cuento ya que hemos estado con Paris en la memoria. Por los atentados y sus muertos, por la Piaf que suena y resuena en el teatro y en las consolas, por la nostalgia de esa ciudad luz.
Si tuviera que elegir un sólo lugar, creo que elegiría el Musée d'Orsay. La vieja terminal acoge, como en un caparazón, a los grandes pintores que crecieron conmigo: Monet, Cézanne, Van Gogh, Pisarro, Degas, Toulousse. Un cálido retorno a la casa de mis padres. La niña pastora de Pisarro me mira desde el comedor en su vestido azul y las bailarinas de Degas aún se acomodan las zapatillas en el corredor. Mientras la Anita de Modigliani espera su turno para entrar el baño y el gato negro de Toulousse amenaza salirse por la ventana, los jugadores de cartas de Cézanne todavía no deciden quién vacía la botella.
Si tuviera que elegir un sólo lugar, creo que elegiría el Musée d'Orsay. La vieja terminal acoge, como en un caparazón, a los grandes pintores que crecieron conmigo: Monet, Cézanne, Van Gogh, Pisarro, Degas, Toulousse. Un cálido retorno a la casa de mis padres. La niña pastora de Pisarro me mira desde el comedor en su vestido azul y las bailarinas de Degas aún se acomodan las zapatillas en el corredor. Mientras la Anita de Modigliani espera su turno para entrar el baño y el gato negro de Toulousse amenaza salirse por la ventana, los jugadores de cartas de Cézanne todavía no deciden quién vacía la botella.
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