55. Lluvia inclemente

Hace tres semanas que no para de llover. Daría para escribir un tango o una poesía de amor contrariado, con "llueve en la ventana como dentro de mi alma" y esas cosas. Pero no da.
Hay tanta humedad que se me empañan los lentes y se me amocosa la inspiración. 
Evoco a Macondo y a los peces que entran y salen por las ventanas. Pero en mi casa sólo deambulan las babosas y los caracoles y el perro huele a perro más que nunca. Las flores naranjas de la bignonia no resisten más el asalto de las gotas de lluvia y se precipitan al suelo, como caramelos tirados al azar. Cada día, inventareo goteras para reparar cuando pare el diluvio, mientras los hongos crecen por las paredes, avanzan y superan marcas, cambiando de forma, como figuras fantásticas de la mejor Juana. 

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