Lyon




Llegué de noche a Lyon y estaba helado.Por suerte un hotel au côté de la gare no era muy caro y era lindo. La recepcionista un taco. Mala disposición para conversar o ayudarme. Que buscara una farmacia a las 21:00 le pareció una demencia y decidió que no iba a involucrarse.Me consiguió un plano y me largó al frío glacial a conseguir un taxi y volver como pudiera (no sé hasta hoy porqué el taxi que me llevó no me podía esperar). Al final otra muchacha de otro hotel más un hombre en la estación del métro me dieron un camino cierto para volver. El muchacho del metro, única alma en el andén, con bufanda y abrigo hasta los ojos fue el personaje más solidario de todo el viaje cuando podría haber sido el más temido también.

A la mañana salí a conocer Lyon le Vieux y sus dos ríos. A poco de andar empecé a disfrutar. Luis XIV y Napoleón están por toda la ciudad. Crucé el Rhône en bus y el Saône a pie. La gran catedral de Saint Jacques, del siglo XIII me acercó plenamente al gótico. Un gran rosetón en vitraux preside la nave y capillas laterales permiten el rezo y el recogimiento. Cada una con velas de un color diferente: velas azules con vitrales azules, rojas con vitrales rojos, amarillas y sigue.
Del otro lado la atracción es un reloj astrológico que funciona y que marca, no sólo horas y minutos, sino los días, el año lunar, las fiestas móviles de la iglesia y festeja las 14, 15 y 16 horas con la salida de unas estatuitas sonoras que pasean por la cima.
La ciudad está marcada por los dos ríos, ríos limpios y anchos que discurren entre boulevares con ferias, muelles con barandas y barrios con balcones. Luego la ciudad trepa la colina. Por enormes escaleras se puede, literalmente, escalar la ciudad. Para espíritus menos intrépidos existe un telesférico veloz y silencioso. Es la primera ciudad que veo con metro, bus, tramway y telesférico. Para todo uso.

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