Coricancha: lugar del oro.







Entramos al máximo templo Inka por la puerta del convento de Santo Domingo construido, como tantos otros, sobre los cimientos del templo. La Pachamama enfurecida lo liberó con el terremoto de 1950 que destruyó parte de las construcciones españolas. El Coricancha está compuesto por cinco templos alrededor de un gran patio, dedicados al trueno rayo relámpago, al arcoiris, al sol, la luna y las pléyades.

El templo del Sol no existe hoy porque sobre él se construyó el Claustro del convento y con el oro que recubría las paredes hicieron el altar. En él guardaban las momias de los gobernantes y en el de la Luna las de sus esposas. Los Inkas las sacaban para su veneración en el Inti Raymi (fiesta del sol) y los españoles las sustituyeron por santos en el Corpus Christi.

Los templos del Trueno y del arcoiris están casi intactos y allí aprendimos que las hornacinas trapezoidales se construían para neutralizar los movimientos sísmicos ondulatorios. Así también los ángulos inclinados de las paredes. rosa nos cuenta que esta inclinación es de 8° en la pared del fondo y de 12° en la de enfrente (¿¡!?).

Las técnicas de construcción combinan aspectos comunes con los egipcios y originales de su cultura. Las piedras de diorita eran triadas de 35 km de distancia mediante técnica de rodadura y eran cortadas con piedras de hematite o colocando cuññas de madera húmeda en las fisuras, que al hincharse se partían. La hematie (gihualla) es una piedra de 8,5 de dureza con mucho hierro en su composición.

El templo de las Pléyades o de las estrellas está orientado al este y cada 21 de junio el sol entraba por la ventana reflejándose en la pared del fondo. Eran los pronósticos para todo el año, que leía el Sumo Sacerdote y sacrificaba una llama. En un rincón de la pared queda un resto de estuco decorado con el que los españoles intentaron tapar sus paredes.

En el templo de la Luna, que estaba recubierto de plata, apareció un dibujo en el que se diagrama toda la cosmovisión Inca, en cuyo centro está Wiracocha, el creador, representado por un ovoide que se ve negro en el ciello cada 21 de diciembre.

Comentarios