Hospitalidad etíope


Ayer fui a almorzar a la casa de la familia de Abebe Menkí que es un etíope que trabaja también aquí. Muy agradables y hospitalarios aunque bastante occidentalizados ya que actualmente viven en California.

Pero quería contarles de la comida. La mesa se presenta con una variedad de platos, cuya base es una especie de tortilla o panqueque, muy tierna, a la que llaman bread, aunque en etíope es Injera. La hacen con tef, un cereal local, de color gris, dicen que de sabor avinagrado, pero yo no me di cuenta, y es la base de todos los platos. Se sirven unos cuantos injera con un poquito de todo lo demás y luego se va arrancando un trozo con la mano derecha, se envuelve la comida y se come. Cada bocado es como un pequeño "burrito", así me explicó la señora. ¿Qué le poníamos adentro? Había un saltadito de verduras muy picante, una especie de estofado de pollo con huevo duro (luego me enteré que se llama Doro wat), una mezcla de la propia injera con otra salsa, una crema de garbanzos muy rica, ensalada y por suerte ¡arroz!

Para mi tranquilidad también habían puesto tenedores, así que me fui manejando entre mi mano zurda, el cubierto y la mente muy abierta. Mucho honor a la comida etíope no pude hacer.

Contaron que en Etiopía se come la carne casi cruda o totalmente cruda. Es costumbre en las bodas o en las fiestas importantes colgar una res recién faenada del techo, entonces los invitados pasan y van eligiendo el corte. Al plato y ¡a comer!

Al final, tomamos café etíope que es de donde es originario (el nombre café proviene de la región Kaffa al suroeste) y crece como un arbusto silvestre. Si bien no hicieron una ceremonia del café, contaron que los granos son tostados en una sartén sobre un brasero vegetal (¿?) y así el aroma se va mezclando con el que desprende un incienso que debe encenderse. Porque le faltaba el incienso, la señora de Abebe no quiso hacer la ceremonia por lo que estimo que este paso es muuy importante. Después, los granos se machacan en un mortero y se ponen en una cafetera tradicional y se lleva el agua hasta ebullición.

Reconozco otros rostros en las caras de estas personas. Son más claros y con rasgos más afilados que los de por acá y tienen unos ojos grandes, negros y vivaces parecidos a los de los hindúes. La hija de Abebe, de unos doce años, delgada y de aspecto frágil parece salida de un mosaico de alguna iglesia de la antigua Constantinopla.

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