Apuntes viajeros III. Barcelona de Gaudí






· La subida al Parque Güell la hice junto a cientos de turistas de todas las nacionalidades. No pude fotografiar al lagarto sumido en un mar de manos, sonrisas, lentes, y focos. Me compré uno en miniatura en la tienda de recuerdos. Lo miré y no lo reconocí.

· En el Passeig de Gràcia uno se enfrenta a la fachada de la Casa Batlló. Tantas postales vistas, tantas fotos, pero con 38°C, más que nunca parece derretirse desde los marcos de sus ventanas.

· Adentro todo cobra sentido: el espinazo de la escalera, la caracola del techo, las escamas de las paredes, el costillar de la ballena en el altillo, las vértebras esmeraldas del dragón en el tejado. La naturaleza como la primer casa del hombre. Me viene a la mente la canción de Ana Prada: “todo lo que está naciendo es redondo, o casi”, aunque no creo que ella pensara en Gaudí al componerla.

· El patio interior te mete en la frescura de un acuario y a través de los balcones de vidrio, la luz bucea desde el azul profundo hasta el blanco.

· Una fila de gente circunvala dos cuadras para acceder a la Sagrada Familia por la fachada de la Pasión, protegida por columnas que son troncos de sequoias gigantes. Este retablo reconstruye el Vía Crucis y la resurrección de Cristo. Gaudí sólo dejó dicho que debía inspirar terror y así lo hizo Subirachs, que la llenó de simbologías e historias: el criptograma que siempre suma 33, el alfa y omega como principio y fin, las puertas labradas que narran los últimos días de Cristo y hasta el propio Gaudí incorporado en la procesión, son parte de este trabajo minucioso.

· Desde 1883 hasta ahora mucho se ha avanzado pero mucho queda por hacer: como las catedrales góticas las que empezaba una generación y las continuaban otras mezclando técnicas, estilos y diseños.

· La fachada de la Gloria está en construcción. Las torres coronadas de frutas o las cúpulas como espigas con sus granos destacan en colores la envoltura de andamios.

· Pero sólo el interior explica la grandiosidad. Se escapa una exclamación. Se han inaugurado cinco juegos de vitrales en colores que crean luces en la nave según la hora del día donde se encuentre el sol.

· De nuevo la naturaleza como la casa original: la nave es un bosque de columnas helicoidales que brotan como plátanos y explotan en la bóveda en un follaje estrellado de mosaicos naranjas que dejan filtrar la luz natural.

· Barcelona desde las branquias de las torres se ve hasta el horizonte.

· Las palomas del Arbol de la Vida, que corona la fachada del Nacimiento, se posan en los hombros de los turistas en el puente de observación.

· Tantos detalles, tantos esfuerzos, tantos artistas, nada es dejado al azar.

Comentarios

  1. que bueno marga !!
    segui disfrutando y contando asi revivo cada lugar con tus cuentos
    beso, galli

    ResponderEliminar

Publicar un comentario