Latin Evening at Ibadan


El desafío: organizar una fiesta latina en una región del mundo donde somos absoluta minoría. La propuesta era del gerente del Hotel del IITA (I House), en un intento por convertirlo en lugar de descanso para unos cuantos extranjeros y africanos con dinero en esta región de Africa Occidental.

Elba se encargó de la comida. Elba es una colombiana de Montería, excelente cocinera. Pero no habla inglés. Ahí la Marga tuvo su rol: traducir las recetas y articular entre el chef y Elba en un juego bilingüe difícil de conciliar por momentos. Para Elba el comino sólo podía ser el colombiano y para el chef a la carne le faltaba picante. Solución: Elba trajo su comino de la casa y el chef le agregó pimienta a la carne luego que Elba se fue de la cocina.

Entonces, la comida fue colombiana de la costa, no latinoamericana, pero eso hubiera sido mucho pedir. A la tarde cuando fuimos a ver cómo estaba todo, resulta que todo nos estaba esperando: desde los plátanos verdes para hacer patacones a las yucas cortadas para hacer al vapor y la carne de la picada mixta. Tercer rol de la Marga: pelar plátanos verdes para hacer los patacones. Nunca lo había hecho, tampoco nadie le avisó que las manos y las uñas quedaban marrones como pintadas de iodo. Les cuento que sale con limón… como a los tres días.

Jorge se encargó de la música y los videos. Ahora sí tenía que ser latinoamericana y entre merengues y salsas de Colombia y de Cuba mechamos la Vela Puerca y Andrés Calamaro para marcar presencia, al menos. Y había pensado en música más tranqui para la cena, incluyendo a los brasileros, y más movida para el baile, pero hubo que arrancar con Elvis Crespo desde el principio. La mayoría de la concurrencia era hindú, gente que venía de Lagos e Ibadan. Se bancaron algunas salsas y luego empezaron a desfilar por el dj a pedir música hindú. No, no tengo, es una fiesta latina, les contestó Jorge. Pero yo sí tengo, le dijo el muchacho, traigo mi laptop y la conectamos. No, lo siento, es una fiesta latina, insistió el dj. Los hindúes se fueron de a poco.

Fue un esfuerzo mantener el ambiente para una concurrencia tan diversa y la reflexión, no muy sesuda, es que aquello que en tu país es tan querible carece de significado fuera de él. Salvo Miami vice. ¿Cuándo logramos que todo el salón bailara? Cuando la baracutanga de Emilio Estefan salía a escena: Shakira, Ricky Martin, Marc Antony. Cuando decaía el número de personas en la pista arrancaba el mix Miami y se armaba ambiente de nuevo.

También habíamos querido pasar videos de nuestros países, paisajes de la diversidad pero no encontramos cómo bajar mucho del material que aparece en internet. Unos videos que enseñaban a bailar salsa cubana (¡qué rico, chico!) y que eran imposibles de seguir (1-2-3; 5-6-7) fue el telón de fondo. Y los goles de Maradona eran una buena muestra del espíritu latino, a falta de los de Forlán. Pero sólo los teníamos en la película, Maradona by Kusturica, muy contextualizados en la construcción social que se ha vuelto Diego, sobre todo a partir del famoso gol a los ingleses. No sé si la han visto. Va mezclando entrevistas a Maradona con documentales de la época de la guerra de Malvinas y sobre las imágenes del llamado “gol del siglo” superpone caricaturas de la Reina, el Príncipe Carlos, Bush, Reagan y la Thatcher de forma bastante ridícula. No way, no se puede proyectar eso sabiendo que al menos esperamos unos cuantos ingleses y ningún argentino. Jorge insistió. Y se arriesgó a proyectarlos intentando cortar las imágenes de la guerra y las caricaturas. Por supuesto que en una salió el hundimiento del Belgrano, la Thatcher a bordo de un barco rumbo a Malvinas y la Reina corriendo al Diego. Un inglés, que me había contado que corría 80 km en siete horas, me dijo: - Yo estuve allí. ¿Allí dónde?, le pregunté. En la guerra, me contestó. ¿Dónde? ¿Cuánto tiempo? En un barco. Todo el tiempo, me contestó. Con razón corría tanto. Era milico.

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