Estoy leyendo la novela "Chiquita" de Antonio Orlando Rodríguez, que tiene el llamador de haber sido premio Alfaguara 2008, pero no mucho más. Encontré documentado el lenguaje del abanico y con esto de las hormonas, el calentamiento global y las latitudes he decidido volver a él como método instantáneo y portátil de refrescamiento. Además, por aquello de Darío: "bajo el ala aleve del leve abanico", que me marcó por siempre.
Y se traduce:
Acariciarse la mejilla: Te quiero
Apoyarlo en la sien y mirar hacia abajo: Pienso en ti noche y día
Apuntar el corazón: Te amo con locura y no puedo vivir sin ti.
Tocarse la punta de la nariz: Algo me huele mal, ¿estás siéndome infiel?
Apartar los cabellos de la frente: No me olvides.
Dejarlo caer al piso: Te pertenezco
Acercarlo a los labios cerrado: Bésame.
Qué bueno, Marga, son un deleite tus narraciones.- Felicitaciones.- Isabel
ResponderEliminarChiquita: Librazo de imaginación desbordada, leyéndolo conocí un tiempo muy lejano cuando no existían las lavadoras automáticas, conocí un poco más de Cuba, conocí a un pez manjuarí, me dieron ganas de asistir a esas ferias mundiales de principios de siglo, ir a un circo freak...
ResponderEliminarTu sabés que a mi no me gustó mucho. Es sólo una opinión, que no coincide, obviamente con el jurado de Alfaguara, por ejemplo.
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