173. Escenas de la vida conyugal

En un bar de Av. Santa Fé, una pareja de gays tiene una discusión muy intensa en la mesa de al lado a la mía. Son dos muchachos. No tienen aspecto afeminado, al menos no el que está frente a mí. Por esa costumbre de mala educación que tengo de observar a la gente, pero que me fascina, paro la oreja. ¿Cómo son las discusiones amorosas de los gays (si fuera posible generalizar)? Asumiendo que los cerebros del hombre y la mujer son diferentes, ¿cómo son las discusiones entre ellos? ¿Repiten esa intrincada red de argumentaciones y manipulaciones que se dan en las discusiones de las parejas hetero? Ese agarrarse de una palabra para hacer un mundo, el acusar al otro de cosas que no vienen al caso pero estaban agazapadas. No escucho mucho. El que tengo de frente lleva la discusión de forma muy masculina: no me hinchés; estás usando mal la palabra, la palabra no es que no soy tierno, sino que a vos nada te alcanza; ¿qué te matan mis silencios? ¡y sí, te respeto tus horarios de trabajo! No es que no piense en vos. Sí, lo reconozco, lo reconozco, me enamoré sí, me enamoré. ¿eso querías escuchar? Pero después no lo bancás, yo sé que no te lo bancás. Frases sueltas. Duro, enojado, exigente. 
Al que me da la espalda no lo oigo pero tiene voz ronca y la espalda curvada, la mano apoyada en la mejilla, la cabeza caída sobre esa mano. Se acaricia la ceja, cada tanto.
Están en problemas, parece que el esquema es el mismo.

Comentarios

  1. Muy bueno, pienso que en el extranjero se agudiza un poco eso de querer saber lo que ocurre entre las persona que comparten nuestro contexto. Capaz por ese reflejo de querer encontrar historias donde sea que se escondan. Este hallazgo me hizo viajar a buenos aires por unos minutos, no tanto el problema de los chicos sino el punto de vista desde donde vos los veías. Seguramente al girar la cabeza tu mirada se haya ido hacia otro mini relato digno de contarse como este, que como dije, me pareció muy bueno. Saludos!

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  2. Gracias Sebastián. Me gusta afinar el ojo (y el oído, cuando puedo, jaja)

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  3. Me encantó. Qué suerte que cuando me enojo suelo callar... jajajaja Abrazo grande.

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