119. Masaje capilar

Mi peluquera me hace rabiar más de una vez. O no le atina al color o me corta de más o me deja con cara de antigua. A veces también se me hace largo esperar el turno en medio de las conversaciones más frívolas que se pueden imaginar. Pero otras veces salgo contenta, sintiéndome hermosa, como si me hubiera sacado 10 años de encima.
Hoy creo que descubrí el secreto. Es el lavado de cabeza. Pero no cualquier lavado; es una ceremonia de relajación que comienza con la exacta temperatura del agua, la distribución del shampoo, hasta llegar a los masajes. Empieza a frotarte con sus dedos en círculos pequeñitos, presionando la muca y las sienes y continúa por todo el casco con generosidad y sin apuro. Enjuaga y vuelve a masajear. Retorna sobre las zonas en que el cuero cabelludo aún no se ha soltado y en un instante, una va entrando en una duermevela que baja por la espalda hasta los talones. Cuando te dice que estás lista te dan ganas de pedirle que no desista, que siga un poquito más.

Comentarios