16. El Cabildo o Montevideo por primera vez.







Cruzo la plaza. De la Iglesia al Cabildo, como lo habrán hecho centenares de veces tantas y tantas personas. Sigo pensando en la iglesia, que nunca podría ser una de Perú o de México, tan escasa de dorados. Entro en el Cabildo, otra contundente pero austera construcción. He leído que el primer Montevideo, el fundacional, no era más que una toldería, con unas pocas casas de material. Calles de barro, lodazales en invierno. Me imagino el cambio urbanístico que constituyó la construcción de este edificio. Y luego, testigo a veces, protagonista otras, nos acompaña desde antes de las invasiones inglesas. Sólido, sobrio de cal y granito, muros gruesos, pisos de ladrillos rojos. Sin más alhaja que la reja de la entrada. 
Recorrí las salas del Museo Histórico: me metí en una muestra inquietante de arte textil; me mostraron otra visión de la Guerra Grande contra Paraguay, entré en la exposición sobre la negritud, paseé entre estatuas clásicas vestidas con tejidos de crochet multicolor, que reflexionaban sobre la violencia de género y me enteré que en la Revolución Oriental lucharon más de 500 mujeres. 
Todo lo que queda por aprender cuando se mira por primera vez.

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