Un baúl

El baúl de la abuela mostraba su bocaza. La tapa hacia atrás dejaba al descubierto pañuelos de seda, sábanas, manteles con bordados, un sombrero con pluma y una carpeta que sobresalía por un borde.
Miré el resto del cuarto. La luz de una veladora acariciaba las formas de los objetos. Me mordí las uñas con impaciencia y no resistí la tentación. De a una fui probando cada prenda para inventar un disfraz: até un pañuelo al cuello, me envolví en una sábana de satén que anudé a la cintura de forma que cayera en pliegues, puse el sombrero sobre mi cabeza, dejé caer un mantel como capa y a falta de cartera tomé en mi mano la carpeta de cartón atada con cintas.
Me miré en el espejo. La imagen que me devolvió requería unos tacones. Solté la carpeta para revolver el baúl. En el revoltijo, cayó una foto de muchos años atrás en la que se veía a mi abuela de niña disfrazada de sombrero, sábana y mantel frente al baúl de cuero.

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