El Ai Ai Ti Ei











El IITA o Ai.Ai.Ti.Ei como hay que decir, (Instituto Internacional de Agricultura Tropical) fue fundado en 1967 como organismo del CGIAR (Consultive Group on International Agriculture) que es financiado, creo, por el Banco Mundial y el G8. De este grupo también dependen el IRRI en Filipinas, WARDA también en Africa, Icrisat en la India, CIMMYT en México y CIAT en Colombia.
El IITA acá tiene 1000 has, dicen que a 7 km de Ibadan, pero en realidad la ciudad ya la está cercando. Al ingreso una garita con guardias fuertemente armados y que te preguntan sobre intenciones y laptops te dan la pauta de que estás dejando atrás la locura de Oyo Road por la que se llega. La vista de la estación es hermosa, prolija y con abundante vegetación que aclimata el entorno. Se entra por una avenida cercada de palmeras altas y arbustos más bajos y redondos, que como Quijotes con su Sanchos bordean un campo de césped verde que sólo se interrumpe en los edificios.
La estación tiene escuela primaria, policlínica y hotel internacional, abiertos no sólo a los dependientes de IITA. Y una oficina de PPS que te resuelve desde la casa a ocupar hasta el enchufe que no funciona o el combustible del auto. Hoy recibí en parejas a seis muchachos negrazos con túnicas verdes y botas de goma para arreglar unos la luz del dormitorio, otros dos el lavarropas y la tercer pareja la línea telefónica e internet (por dios).
En el hotel hay canchas de tenis y piscina con bar en el que se puede cenar y donde los viernes hacen pizzas, momento en el que se juntan los que trabajan y viven acá. Se pueden comprar artesanías a gente que viene a vender a la galería del hotel y si bien no he visto los mercados de Lagos aún, se encuentran cosas muy lindas y relativamente baratas. Hay una community store para comprar la despensa de todos los días, pero sólo se usa de urgencia porque es más cara que Ibadán. Ahí también hay un campo de golf con 9 hoyos y numerosos profesores dispuestos a demostrarte que tú también puedes. Junto al almacén funciona la cancha de squash, una especie de frontón que se juega con una pelotita de goma pesada que apenas rebota.
Más allá de las comodidades para el trabajo y el confort general, la conectividad limitada y los frecuentes cortes de energía eléctrica no te dejan olvidar que estamos en Nigeria. Las casas son grandes, con 3 dormitorios, 3 baños y escritorio, ambientes enormes donde los muebles flotan. A su vez cada casa tiene un generoso jardín que cada dueño arregla y mantiene como se le ocurre. Hay lavadero, caseta de jardinero y dependencias de servicio más espaciosas e iluminadas que cualquier casa de Ibadán. Ahí vive Abiola, un viejo flaco y sin dientes, de profesión sastre, al que Jorge le prestó la casa y que salió a recibirme y me cargó las valijas el día que llegué y que me hizo pensar en la Cabaña del Tío Tom.

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