Una constatación

Hoy fui a trabajar a la universidad luego de casi un año. En realidad ya me acostumbré a la rutina de trabajar en casa y, aunque siempre tuve la actitud de bañarme y vestirme bien (no jogging) al levantarme, siempre ando con la misma ropa y hasta te diría que he perdido la perspectiva de qué ropa tengo. Hoy me bañé, me vestí, cargué la computadora y la mochila con esos gestos que me resultaron extraños y familiares, como cuando uno a lo lejos ve una silueta que reconoce aunque aún no distingue los rasgos. Me fui y grabé con alegría las dos clases planificadas y luego tuve una reunión con el Director, que fue, años ha, mi asistente. 

Volví energizada de hacer cosas en movimiento y de hablar con otras peersonas. ¡Qué serio es este estado de letago en el que uno entra! Sobre todo porque te va minando sin que uno sea conciente. Como te digo, yo tomo mis previsiones, me baño y me visto bien al levantarme y no me enfrento al zoom sin maquillarme, y sin embargo hoy viví la experiencia de que trasladarse, cambiar de ambiente y sobre todo ver otra gente es clave para el ánimo. Hoy tuve la constatación de que debo salir y ver más gente. Que tengo que conversar con otras personas.