52. Primero de mayo en Nueva York o sin lugar para los debiles

En Unión Square un puñado de inmigrantes y otras minorías, bajo la lluvia, reclaman por condiciones de trabajo justas y por la hermandad de los trabajadores del mundo. Una perturbación apenas en el centro de Manhattan. Una gritería, amplificada por parlantes, que hace volver la cabeza al peatón, un minuto apenas, para identificar de donde provienen las voces. Y luego sigues, cabeza baja, evitando la lluvia y el viento. Por debajo del borde del paraguas logras ver un cartel que se desdibuja en chorros por la lluvia. Impreso en hoja A4, llora el cartel mientras recuerda las condiciones de trabajo en la frontera.
Nadie registra el pequeño acto en el centro del centro del mundo. Nadie homenajea a los cristianos en la Roma de los romanos. Nadie retiene el alboroto de unos pocos que, de tan pocos, son nadie.
A la tarde, pocas horas después del homenaje invisible, se incendia la iglesia ortodoxa de Manhattan. Los escasos minutos y centímetros reservados en los medios para mencionar el Primero de Mayo son devorados por las llamas de una iglesia que ardió  antes de la salida de los diarios.

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